jueves, 26 de mayo de 2016

Corpus Cristi

Corpus cristi


El triunfo de la eucaristia sobre la idolatría

Que viene por la calle, que viene/ Como de espuma o pluma, o nieve ilesa/ Tan azucenamente pisa y pesa/ Que solo un soplo de aire le sostiene./ Otro milagro ¿ves? Él, que no tiene ni tamaño ni limites, no cesa/ Nunca le recreamos la sorpresa/ Y ahora, en un aro de aire se contiene/ Se le rinde el romero y se arrodilla/ Se le dobla la palma ondulante/ Las torres en tropel, campaneando/ Dobla tu también y rinde la rodilla, hombre/ que viene Cristo caminante/- Poco de pan, copo de pan.. PASANDO. (Raul Berzosa)





Custodia portátil de Granada donada por la reina Isabel la Católica que usaban en las misas de campaña en la guerra de Granada (1482-1492). En 1535 El platero Diego de Valladolid tuvo que soldarla y repararla entera. Pero sera en 1565 cuando el orfebre y platero Francisco Téllez (discípulo de Diego de Valladolid) la dotaría del aspecto actual..


Custodia de la catedral de Valladolid obra del genial artista orfebre y platero Juan de Arfe

Detalle de la base

miércoles, 18 de mayo de 2016

Cristo de las lañas


RINCONES DE GRANADA

PLAZA DE SAN MIGUEL BAJO. (ALBAYCIN)


Cristo de las lañas









En la Plaza de San Miguel Bajo, se le conoce así por las lañas de hierro que sujetan sus piernas y brazos. El Cristo fue arrastrado y destruido por los soldados republicanos cuando estalló la Guerra Civil, pero los vecinos ocultaron los fragmentos en sus casas y más tarde lo reconstruyeron con grapas, y desde entonces se le llamó, el Cristo de las Lañas. Hace algunos años se ha restaurado y las lañas se han conservado, para que no pierda su esencia, pero las lañas de hierro se han sustituido por acero inoxidable. La cruz está protegida por una verja de hierro.




lunes, 16 de mayo de 2016

LEYENDAS DE GRANADA

LEYENDAS DE GRANADA

La leyenda de la dama blanca ------ LA CASA CASTRIL



En la fachada del edificio se puede observar un balcón ciego construido de forma que hace esquina, sobre este balcón se puede leer la inscripción : “Esperando la del cielo”, frase alrededor de la que gira la historia de la Dama Blanca de la casa de Castril.
 El nuevo señor de Castril, Hernando de Zafra, heredero del antiguo secretario de los Reyes Católicos, era viudo y con él vivía su única hija Elvira de apenas dieciocho años de edad y gran belleza. Para preservar la honra de su hija, Elvíra permanecía encerrada en palacio día y noche, aunque eso no la impidió enamorarse de Don Alfonso Quintanillo, joven apuesto perteneciente a otra familia de gran linaje de la ciudad pero enemistada con los Zafra. Los amantes contaban con la complicidad y ayuda del capellán de la Casa de Castril, el padre Antonio, además de la de un paje más joven que ellos que hacía de intermediario de sus mensajes de amor.

Según la leyenda, una noche Elvira estando acompañada del inocente paje leyendo una carta de su amado en la que éste le proponía matrimonio, entre suspiro y suspiro Elvira acariciaba inocentemente los rizos del cabello del joven paje. Tan ensimismada se hallaba que no escuchó a su padre entrando en la habitación y éste al ver a su hija en tan íntima postura, creyó a su hija deshonrada por un insignificante criado, cegado por la ira mandó a uno de sus criados que lo colgara allí mismo, en el balcón que hace esquina en la fachada. El joven paje alegando inocencia clamaba justicia y clemencia al señor de Castril, el cual mientras miraba cómo sus criados colgaban al inocente paje le decía: “Pide cuanta justicia quieras. Ahí ahorcado puedes estar esperando la del cielo cuanto tiempo te plazca”. Dicho esto, el señor de Castril ordenó tapiar el balcón.
 A partir de entonces la joven sufrió un encierro aún más severo, tanto
que al final terminó acabando con su vida.


Si hay una sala considerada especialmente misteriosa en el Museo Arqueológico es la zona del piso superior en la que según la leyenda estaban las habitaciones de Elvira y el balcón que fue cegado. De esta sala se dice que vaga por ella una extraña mujer que porta una vela, la Dama Blanca. Se asegura también que cuando se recorre en solitario la sala, puede notarse el aliento del “Togado de Periate”, una escultura que preside dicha sala y que en determinados momentos parece vigilar con su mirada de bronce a quien pasea a su lado.